La Pinta, guardiana y “dueña” del Polideportivo: Un milagro de vida
Si hay una fiel vigilante, celosa de su deber, en el Colegio de Bachilleres del Estado de Sonora (Cobach), esa es La Pinta, una perrita de colores blanco y negro que llegó a las instalaciones del Polideportivo de Villa de Seris el 19 de mayo de 2019.
Desde entonces, cuida como nadie esta unidad patrimonio de toda la comunidad escolar y centro de tantas competencias deportivas de miles de estudiantes.
Pero la noble mascota que resguarda el centro deportivo desde hace 5 años, al lado de su protector Eduardo Ortega Hinojosa, a la que se le ve siempre en actitud amistosa hacia los alumnos, estuvo a punto de morir en dos ocasiones: En una ahogada en una inundación y en otra por el letal cáncer.
Entre Eduardo y La Pinta nació una gran amistad que se fortaleció con el tiempo, luego de que él la salvara, durante una torrencial lluvia, en un túnel cercano al Polideportivo donde estuvo a punto de morir con sus cachorros recién nacidos.
El empleado de Cobach narra que La Pinta se juntaba con un grupo de “Homeless” –personas sin hogar-. Un día, el 14 de junio del 2019, estando la perrita embarazada, a punto de parir, Eduardo la buscaba porque no la había visto y estaba por venirse una tormenta.
“Me puse a buscarla por todo el arroyo -adjunto en Villa de Seris-, debajo de los puentes; me quedaba una sola opción de encontrarla: Por los desagües de Ley Palo verde, en un túnel de unos 15 metros y una altura de 0.50; ya estaba obscuro y escuché el llanto asustado de las crías”, nos relata.
“Me fui corriendo por un balde y me arrastré pecho a tierra, encontrándome entre la obscuridad y la luz de mi celular una decena de perritos, 8 vivos y 2 muertos; la lluvia y el viento ya hacían sus estragos por fuera del túnel, alcancé a sacarlos a todos y me los llevé junto con su mamá a los baños del Polideportivo”.
Los perritos llegaron remojados y Eduardo se dispuso a secarlos con servilletas, uno por uno, 6 hembras y 2 machos, -su mamá junto a él secándolos con su lengua-, los acomodó en una caja de cartón y les puso una cobija seca. Con el tiempo dieron a los cachorros en adopción con los alumnos.
Desde entonces nació la gran amistad entre Eduardo y La Pinta y ésta ya no se volvió a juntar con sus amigos “homeless” quedándose como su compañera y guardiana del Polideportivo.
La fiel mascota -la nombraron Pinta por sus colores- se fue acostumbrando a los alumnos y maestros, cuando tuvo sus perritos permitía que jugaran con ellos bajo la mirada vigilante de la mamá.
Después, ella misma se acercaba a los alumnos y se echaba boca arriba para que le rascaran la panza.
Se salvó de la inyección letal La Pinta estuvo a punto de morir en una segunda ocasión: Eduardo la llevó para que la esterilizaran, pero el veterinario le dio la fatal noticia: Tenía cáncer en la matriz y era necesario aplicarle la inyección letal para que no sufriera. Él no se resignó y fue con otro especialista que le recetó medicamentos.
Y… Hasta la fecha, La Pinta sigue siendo la “dueña” del Polideportivo.
Actualmente los “homeless” y personas ajenas al Cobach se mantienen alejados del cerco perimetral del Polideportivo porque existe una guardiana que no duda en defender lo que es de toda la comunidad escolar del Colegio.